lunes, 16 de junio de 2014

Otra mirada sobre la #ILE en #Guerrero

Tomás Tenorio Galindo.
Posted on jun 6, 2014

OTRO PAÍS

*El aborto en manos del PRD

Al cumplirse en 2007 cuarenta años de la despenalización del aborto en Gran Bretaña, cuyo límite son las primeras 24 semanas de gestación, la Iglesia católica de aquel país estableció su posición en términos envidiables por su mesura y tono conciliatorio. Pidió una transformación “en mentes y corazones” para disminuir el número de abortos y dijo que eso era posible “incluso sin cambio de la ley”. No utilizó la fecha para lanzar a la feligresía a las calles, ni demonizó la legislación, y en cambio ofreció sus servicios de acompañamiento espiritual para lograr que las mujeres tengan “el derecho a hacer una auténtica elección”, con el argumento de que muchas mujeres decían haber carecido de todas las alternativas y formas de apoyo.

En México las cosas son muy distintas. El Distrito Federal es el único lugar en el que ha sido aprobada una legislación moderna que permite a las mujeres abortar en las primeras 12 semanas de gestación sin que por ello deban ir a la cárcel. Esa norma es prácticamente idéntica a la que existe en más de medio centenar de países, casi todos del primer mundo, y está fundada en criterios científicos y en políticas públicas alentadas por la ONU y la Organización Mundial de la Salud. En el resto del país prevalecen leyes anticuadas que castigan con prisión el aborto en cualquier momento, con excepciones tales como embarazos por violación o malformaciones del feto.

Sin embargo, a contra corriente de la tendencia internacional, en 18 estados las leyes en lugar de progresar en la defensa de los derechos de las mujeres han retrocedido hacia una criminalización extrema, pues han consagrado en sus constituciones locales la protección de la vida desde el momento de la concepción. El más reciente caso es el de Nuevo León, donde una mayoría formada por los diputados locales del PRI y del PAN aprobó el 28 de mayo una reforma al artículo 1 de la Constitución estatal, por medio de la cual el Estado reconoce y protege el derecho a la vida desde la fecundación. Para subrayar el antecedente, votaron en contra de esa reforma los diputados del PRD, PT y Panal.

Esa alianza del PRI y el PAN se ha manifestado en los 18 estados que han cambiado de esa manera sus constituciones con el respaldo de la jerarquía católica, la cual ha ejercido su poderío como pretende hacerlo ahora en Guerrero a propósito de la despenalización del aborto propuesta por el gobierno estatal. No solamente han bloqueado toda iniciativa de despenalización, sino que en un retroceso absoluto han sacralizado el castigo carcelario para las mujeres que interrumpan su embarazo, borrando de un plumazo su libertad y derecho a decidir.

Para justificar su campaña contra la despenalización, la Iglesia católica (y con ella el PRI y el PAN) tergiversa el sentido de las reformas y las estigmatiza como si fueran un permiso para matar. Manipula los hechos, porque la despenalización no es un llamado a abortar sino un esfuerzo para reconocer y atender una realidad indeseable que somete a las mujeres a la clandestinidad y a un sufrimiento que el riesgo de ir a la cárcel profundiza aún más. Se ha dicho hasta la saciedad sin que entre por los oídos de los obispos y los diputados conservadores: el aborto es un problema de salud pública, no de moral religiosa. Atacarlo con fórmulas de fanatismo religioso equivale a no hacer nada para frenar su práctica. Y al contrario, está comprobado que la despenalización del aborto reduce su incidencia, hasta por el simple hecho de que desaparece el temor a la prisión.

El proyecto para despenalizar el aborto en Guerrero es una enorme oportunidad para introducir en la legislación del estado una perspectiva moderna que privilegia los derechos y las libertades civiles de las mujeres. Con ese criterio consiguió la capital del país abandonar el tercer mundo, pese a la oposición del clero.

El sacerdote Jesús Mendoza Zaragoza, de la arquidiócesis de Acapulco, propuso hace unas semanas resolver el tema con una perspectiva distinta que él llama “humanitaria”. Con una claridad que harían bien los diputados locales en seguir, Mendoza Zaragoza planteó que el papel de la Iglesia es formar conciencias “para que a pesar de que el aborto sea permitido por la ley, no haya mujeres dispuestas a hacerlo”, sin entretenerse en “la maraña de despenalizar o penalizar”. En una bocanada de autocrítica, dijo que “yo reconozco que desde la Iglesia no hemos atendido la formación de la conciencia de las mujeres ni de los hombres, porque muchas veces el aborto es inducido por el varón y tiene igual responsabilidad el varón que la mujer”. Sugirió adoptar un punto de vista que preserve los derechos de la mujer y el derecho a la vida, pero admitió que en última instancia “el aborto es un asunto de conciencia en el que cada quien debe decidir y cada quien decide de acuerdo a los elementos que tienen en su conciencia y a las condiciones que están a su alrededor”. En suma, el gobierno debe promover el desarrollo integral de la mujer y la Iglesia debe hacer lo suyo en el plano de la conciencia, pues “es ahí donde está nuestro papel”. (El Sur, 22 de mayo de 2014).

La posición del cura Jesús Mendoza se sale de la ortodoxia de la Iglesia al plantear que ésta debe dedicarse a lo suyo, y demuestra que es posible la aspiración de la jerarquía católica británica de motivar un cambio en las “mentes y corazones” para tratar de reducir el número de abortos, que finalmente es el objetivo en el que todas las posturas deberían confluir. Pero esa finalidad no se obtendrá dejando las cosas como están, de ahí la importancia de moderar el rigor legal hoy impuesto contra las mujeres.

No parece que los legisladores locales de Guerrero presten atención a los argumentos expuestos, o que estén dispuestos a ejercer su función sin que en ello intervenga el cálculo o el interés político, como visiblemente es el caso de muchos diputados del PRD. En el PRI y en el PAN resulta inútil pretender que cambien su postura, pero la balanza está en manos de los del PRD, porque el PRI y el PAN solos no forman mayoría.

En el Distrito Federal fue el PRD el que promovió y alcanzó las reformas, en Nuevo León votó en contra de la reforma retrógada impulsada por priístas y panistas –como es de suponer lo ha hecho en otras entidades–, pero en Guerrero un número decisivo de los diputados perredistas se inclina públicamente por rechazar la despenalización, en abierta contradicción con el programa de su partido.
En consecuencia, ¿será el PRD uno en el Distrito Federal y Nuevo León, y otro muy diferente en Guerrero? Antier los legisladores del PRD informaron que aún no hay un dictamen y que todavía no saben cómo van a votar. ¿Pero de veras no saben?, porque ya deberían saberlo.

…Y otra vez el panista Jorge Camacho


Las posiciones oscurantistas del diputado panista Jorge Camacho Peñaloza lo llevaron al extremo de impedir arbitrariamente el miércoles pasado la comparecencia de la secretaria de la Mujer, Rosario Herrera Ascencio, ante los diputados de las tres comisiones del Congreso que dictaminarán la iniciativa de reformas sobre el aborto. En cambio, ese mismo día la diputada priísta Julieta Fernández Márquez pudo introducir al recinto legislativo a una treintena de representantes de iglesias evangélicas, que pudieron repartir propaganda antiaborto y hasta realizar con ella un rito cristiano dentro del Congreso.

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