lunes, 12 de mayo de 2008

Por Denise Dresser ¿Verde Otra Vez?


Dicen que la política es la organización sistemática de los odios y lo que ocurre dentro del Partido Socialdemócrata lo comprueba. Allí están, capturadas en YouTube, plasmadas en la pantalla, al alcance de quien las quiera ver. Viñetas de violencia. Rostros de rencor. Golpeadores de gorras blancas aventando refrescos y botellas y vasos y platos y sillas. Propinando puñetazos en un esfuerzo encabezado por Alberto Begné para expulsar a Patricia Mercado del partido que ayudó a fundar, y embolsárselo. Imágenes de la nueva opción que recurre a los viejos métodos. La esperanza de más de un millón de mexicanos convertida en otro Partido Verde Ecologista; en otro mini-partido dispuesto a venderse al mejor postor; en otra piltrafa para-estatal dispuesta a desechar sus principios por una bolsa de dinero.


Como suele suceder en la izquierda, el partido que Patricia Mercado contribuyó a crear estuvo plagado de problemas desde su fundación. Luchas entre facciones; pleitos entre personas; años de andar a la intemperie; sabotajes del Doctor Simi, el fracaso de encarnaciones anteriores -como México Posible- que no lograron el arraigo esperado. Pero en la elección del 2006, Alternativa Socialdemócrata despertó la pequeña posibilidad de una izquierda distinta. Abierta. Plural. Progresista. Y por ello obtuvo 1 millón 124 mil 280 votos, en gran medida gracias a la candidatura de una mujer que se convirtió en catalizador de lo colectivo. En pararrayos de un montón de ciudadanos pensantes y tolerantes. En la opción de quienes sentían que se habían quedado sin opciones. En la alternativa desde la izquierda para contribuir a su modernización.


Todo ello para acabar en asambleas estatales amañadas y tergiversadas. Todo ese esfuerzo para terminar en lo que ocurrió en la asamblea reciente para renovar la dirigencia en el Distrito Federal. Donde los votos de Nueva Mayoría, lidereada por Alberto Begné, fueron contados con mucha mayor velocidad que los del grupo de Patricia Mercado. Donde después del primer conteo, faltaban votos y en el segundo hubo más de los registrados en el quórum. Donde a quienes intentaron protestar por el mal manejo de la reunión les desconectaron el micrófono. Donde arreciaron las protestas por parte de los seguidores de Mercado y poco tiempo después irrumpieron en la habitación porros pagados de cachucha blanca que se lanzaron sobre ellos. Y lo que sobrevino: patadas, gritos, personas buscando resguardo detrás de las puertas de los baños. La expulsión de facto de quienes habían pasado años armando una alternativa de ventanas abiertas al mundo y a su diversidad. Imágenes de la intolerancia que infesta a la izquierda y la debilita. Estampas de lo peor de la política mexicana y aquello que la retrasa.


Personajes como Alberto Begné, que en un oficio al director general del Hotel Crowne Plaza exige resguardar los videos que captan la violencia que condonó. Personajes como Miguel González Compeán, quien le da un puñetazo a una chica y le rasga la camisa a otra. Personajes como todos los que aquel día fatídico estuvieron dispuestos a doblar las reglas. Personajes como El Nana, vinculado al PRI y al PRD y a la violencia desatada en el seno de los socialdemócratas hace algunas semanas. El incitador a sueldo que ha sido visto pegando carteles de propaganda en favor de Jesús Ortega, asistiendo a la toma de protesta de AMLO como candidato presidencial del PRD, parándose detrás de Roberto Madrazo en una reunión de campaña, tomando el Zócalo en una manifestación de vagoneros, encargándose del acarreo de jóvenes para el Congreso Nacional Politécnico. Porro versátil. Porro multiusos. Porro de los partidos que están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de mantener el control sobre las prerrogativas. Y el control sobre la política.


Porque la pelea dentro del seno de la incipiente socialdemocracia tiene un trasfondo peligroso. Preocupante. Trascendente. Tiene que ver con la estrategia de alianzas entre los partidos grandes que están dispuestos a hacer cualquier cosa para ganar, y los partidos pequeños que venden su alma al diablo para ayudarlos a hacerlo. Tiene que ver con la forma de asociación que el Partido Verde impulsó y ahora se ha vuelto práctica común: la alianza electoral a cambio de la prebenda asegurada. La coalición de conveniencia a cambio de la flexibilidad ética. El pragmatismo a ultranza que sacrifica la razón de ser. Actitud evidenciada en la decisión de construir una alianza electoral entre Alternativa Socialdemócrata y el PRI en Veracruz. Alberto Begné de la mano de Fidel Herrera y dispuesto a cerrar los ojos ante sus peores prácticas.


Alberto Begné convertido en una nueva versión -actualizada, remozada- de Jorge Emilio González; el Niño Rosa que mimetiza al Niño Verde. Convertido en uno más de los tantos que participan en la política para ver qué pueden conseguir con ella: la franquicia para la familia o los amigos; el financiamiento público que se canaliza a las fiestas privadas; la frivolidad disfrazada de compromiso democrático; la ayuda a los partidos grandes con tal de conseguir dinero y puestos y prebendas para los partidos chicos. Y detrás de esta maniobra típicamente mexicana, la mano que mece la cuna: la mano cada vez más presente del senador Manlio Fabio Beltrones. Amigo del señor Begné y artífice de la estrategia para encumbrarlo. Amigo de María del Carmen Alanís, presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la institución ahora encargada de determinar si hubo irregularidades en las asambleas estatales del partido. La institución que con su fallo demostrará en manos de quién está y a quién sirve.


Mientras tanto, el Tribunal Electoral del Distrito Federal ha determinado -increíblemente- que quienes fueron expulsados a golpes "tuvieron la posibilidad de reincorporarse a la asamblea pero decidieron no hacerlo" a pesar de sus estatutos. En pocas palabras, como los agredidos optaron por no poner en riesgo nuevamente su integridad física o regresar del hospital donde fueron trasladados, los acuerdos orquestados por Begné y los suyos son "válidos". Tan "válidos" como las asambleas estatales de Alternativa Socialdemócrata donde votaron de manera ilegal miembros del PRI y el PRD. Tan "válidos" como las decisión de dejar atrás la agenda de los derechos ciudadanos y la diversidad social que el partido -hoy secuestrado- alguna vez enarboló. Tan "válidos" como el deseo de Alberto Begné y quienes lo siguen por volverse los nuevos Niños Verdes de la política mexicana. Empeñados en decir que representan algo distinto cuando encarnan lo peor de lo mismo.

Denisse Dresser

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