El pasado 19 de octubre en varios lugares de nuestra América Latina y algunos países de Europa, muchas mujeres salimos a manifestarnos a plazas y lugares públicos para decir: Alto al Feminicio ¡Ni una más!
Ahí me encontré a cómplices feministas con las que he recorrido calles y calles en momentos distintos para demandar algún derecho o para protestar por alguna injusticia cometida contra mujeres, contra grupos históricamente vulnerados, por la intromisión de la iglesia católica en la política del país entre otras batallas que nos unen y nos hermanan.
Marchar con ellas, siempre me ha hecho sentir que no estoy sola, que atrás de mi y delante hay miles de mujeres enredándonos, acompañándonos en luchas comunes, porque aunque haya gente a la que no le gusta la palabra "lucha", siento que las mujeres tenemos que luchar cotidinamente por nuestra vida, por nuestro derecho a existir, de disfrutas, de transitar, de elegir libres de esa violencia que carcome a las sociedades patriarcales.
Estas mujeres estaban ahí, pero había muchas más: Mujeres jóvenes, niñas, parejas heterosexuales, homosexuales, compañeros, sumadxs a la manifestación pública en Angel de la Independencia. En ese escenario las arengas no se hicieron esperar y nuestras voces se unieron en una sola: Ni una menos. Debo confesar que en algún momento sentí que nuestro derecho a coexistir libres de violencia algún día sacará a las calles a millones de personas, sin importar su sexo, su creencia religiosa, su sexualidad, porque vivir es un derecho humano. Quiero pensar que eso sucederá pronto.
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