Palabra de Antígona
Por Sara Lovera
Entre 1983 y 2013, en México fueron
asesinados 112 periodistas, 13 mujeres y 99 hombres; solamente en 2012 existe
el reporte de 7 desaparecidos. La lista de agravios, despidos y
hostigamiento a la libertad de expresión supera los mil casos.
En los primeros cuatro meses
de este año perdieron la vida: Jaime Guadalupe Domínguez, en Chihuahua,
el 3 de marzo; Alonso de la Colina, el 16 de abril, en Puebla, y el
fotógrafo Daniel Alejandro Martínez este 24 de abril en Coahuila. Este domingo
se cumplió un año del asesinato de la periodista Veracruzana, Regina Martínez,
sin que a nadie satisfaga el remedo de investigación que se hizo sobre este
crimen inaceptable.
Las expresiones de indignación superan
todos los cálculos. Recorcar que este 3 de mayo, Día Mundial de la
Libertad de Prensa, proclamado oficialmente por la Asamblea General de Naciones
Unidas en 1993, hace exactamente 20 años, nos obliga a señalar que esa
proclamación por la libertad de circular ideas, para difundir escritos, para
opinar, no ha detenido a los detractores de todos los tiempos que solamente
pueden callar a periodistas matándolos.
Hoy de cara a la increíble tasa de
impunidad de los crímenes contra periodistas, trabajadores de los medios y
productores de medios sociales, la ONU llama a todos los periodistas del
mundo a que inicien una larga jornada para poner en el centro del debate
político el derecho a hablar sin riesgo: por el ejercicio seguro de la libertad
de expresión en todos los medios.
La situación es crítica, sobre todo en
casos de conflictos armados. Pero es asombroso que sin ese marco de conflicto
armado o guerra declarada, en México superemos las cifras de homicidios contra
periodistas, como un signo de la barbarie en que vivimos. Es tiempo de pararla.
¿Quién escucha?
La Casa de los Derechos de
Periodistas (CDP), uno de los sitios de defensa y protección a comunicadores o
comunicadoras en activo, que ha tenido que sacar fuerzas para exiliar a más
periodistas de los que la imaginación cubre, está llamando la atención
del gremio, pero principalmente de las autoridades para que sean efectivas las
medidas de protección y se deje de simular. De nada sirven leyes y mecanismos
de protección, si en la práctica las y los periodistas no la tienen y viven
miedo y riesgo cotidianos.
La CDP ha concluido con las cifras
disponibles que en 2012, el último de la administración calderonista, 15
periodistas perdieron la vida, el 50 por ciento en los estados de Veracruz
y Chihuahua. Y de las más de 55 agresiones, 22 sucedieron en
Oaxaca. O sea está muy claro el mapa y los lugares donde debían actuar las
autoridades. Ya es tiempo de obtener respuestas de los gobiernos y de los
congresos; de los mecanismos de protección que parecen papel mojado. Se agota
el tiempo de la protesta epistolar y la conmiseración. ¿Entenderán los
reformadores? ¿Podrán hacer algo? Se necesita una acción realmente
preventiva y de respeto a las libertades fundamentales sustantivas y no demagógicas.
Lo que sucede a periodistas y el tamaño de
la violencia general, evidentemente es resultado de la guerra desatada por los
gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, 12 años de cifras
impresionantes: 75 asesinatos de periodistas. Un pálido reflejo de la
violencia e impunidad que campea en todo el país, que ha puesto en claro,
que en muy poco tiempo se impuso lo que el analista Eduardo Guerrero califica
como “permiso para matar”, es decir, se ha definido culturalmente en
México, un proceso donde hay permiso para agredir, violentar y matar. Es como
un monstruo salvaje que salió de las catacumbas para mostrar el más terrible de
los rostros de una sociedad y una nación en la cual el respeto a la vida no es
más que una falacia y el estado de derecho otra.
Las demandas del gremio son elementales:
que las autoridades hagan su trabajo, investiguen, castiguen, prevengan, pongan
un dique a esta espiral de violencia que, además, afecta a otras miles de
personas, familiares, ciudadanas y ciudadanos, que se levanta como un
huracán incontrolable. En abril 3 colegas fueron asesinados. Los peores años
2006, con 12 asesinatos, y 2008 con cifra semejante.
México ha sido llamado a cuentas por los
organismos internacionales. La defensa de periodistas, tal cual el caso del
feminicidio con 38 mil mujeres asesinadas en esos mismos años, nos hace uno de
los países significativamente violentos e impunes, donde no hay ley ni
gobierno.
Ante ello, la CDP ha lanzado una demanda
específica para que el gobierno de Enrique Peña Nieto muestre con hechos
su deseo, su declaración de que en este país debe reinar el Estado de Derecho.
Que este gobierno y su diligente Procuraduría General de la República haga algo
y pronto. Detenga el asesinato, las agresiones y cumpla con lo estipulado en la
Constitución. Ya es tiempo.
Urge poner en práctica, no sólo con
recursos y discurso, la operación de las medidas de protección. Que las
autoridades no se salgan por la tangente, señalando que esta situación es
consecuencia del crimen organizado. Los análisis de asesinatos y agresiones
señalan que el 62 por ciento de los lamentables hechos son atribuibles a
funcionarios menores y mayores; a gobiernos estatales simuladores y corruptos;
a excesos de la fuerza pública y a intereses locales, regionales o nacionales
para quienes viven como incómodos el ejercicio de la libertad de expresión, de
imprenta y el derecho de opinar.
La libertad de expresión es un derecho
fundamental o un derecho humano, señalado en el artículo 19º de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 y las constituciones de los sistemas
democráticos también lo consagran. De ahí deriva la libertad de imprenta
también llamada libertad de prensa.
El derecho a la libertad de expresión es
definido como un medio para la libre difusión de las ideas, así fue concebido
durante la etapa de la Ilustración. Para filósofos como Montesquieu,
Voltaire y Rousseau la posibilidad del disenso fomenta el avance de las artes y
las ciencias y la auténtica participación política: la democracia.
La libertad de opinar fue uno de los
pilares de la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos (Primera
Enmienda), de la Revolución Francesa y de la Revolución Mexicana. Miles
de perseguidos por sus ideas en la etapa porfirista dejaron testimonio de estos
hechos; miles de perseguidos en la guerra sucia de los años 70 del siglo pasado
igual. Hasta los magnicidios como el cometido contra el periodista Manuel
Buendía, un 30 de mayo de hace 29 años, y hoy parece que fuera ayer. Nada
cambia, todo permanece, dijera el filósofo, tirando de sus cabellos, asombrado
por la barbarie humana, en la época de los grandes avances de la tecnología y
la información horizontal. Ya es tiempo de poner freno a la estulticia.
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