martes, 24 de marzo de 2009

Esperanza Brito

Por Erika Cervantes
México DF, 10 marzo 09 (CIMAC).- Muchas personas luchan cada día por la justicia, en el caso de las mujeres ésta es una condición para su desarrollo. Para Esperanza Brito, la justicia era que las mujeres pudieran ejercer su ciudadanía y decidir sobre su cuerpo.

Esperanza Brito nace en una familia burguesa donde el ser mujer era casarse y tener hijos, mantener la unidad familiar y complacer a su esposo, a pesar de que sus padres compartían la idea que las mujeres deben tener derecho a la educación.

Por ello descubrir a su madre, Esperanza Moreno de 55 años declararse feminista en un artículo escrito para el Universal se escandalizó.

Esperanza Moreno criada por una familia conservadora y madre de familia que como relata Esperanza “Cómo una señora tan conservadora, qué me había educado para ser modosita, esposa, madre y ama de casa. Podía pensar igual que esas mujeres feas, machorras, odiadoras de hombres y de familia”.

Era el año de 1966 y así como Esperanza aprendió al nacer de la mano de su madre a ser mujer, también aprendió a ser feminista a la edad de 34 años.

Esperanza aprendió que la lucha no era en contra de los hombres, sino contra el sistema opresivo y discriminatorio que convierte a todas las mujeres en seres inferiores a todos los hombres.

Antes de descubrir el feminismo Esperanza había cumplido la expectativa social de ser una buena mujer casada a los 19 años se convirtió en madre de cuatro hijas Maru, Adriana, Laura, Beatriz, y 2 hijos, Ramón y Fernando.

Además de ser una mujer socialmente productiva al ser periodista.

En 1963, empezó a escribir en la página de sociales en Novedades, en donde siete años después pasó a la página editorial.

A principio de los años 70, con el auge internacional del movimiento feminista, Esperanza Brito y otras feministas, empezó el análisis de códigos legales mexicanos para detectar los preceptos discriminatorios, y pugnar por cambiarlos, que los códigos civiles de las entidades federales que mantenían artículos que van en contra del principio de la equidad entre los géneros, como son aquellos que se refieren a la familia y paternidad, entre otros.

En 1971 Esperanza convencida ya que el feminismo era un camino para avanzar en la lucha por los derechos de las mujeres, empieza a colaborar con la revista Siempre, con la cual laboró durante tres años.

Allí Esperanza , vivió su primer reconocimiento público, cuando recibió en 1973 el Premio Nacional de Periodismo “Juan Ignacio Castorena y Ursúa” que le fue otorgado por un reportaje sobre las mujeres destacadas de México, titulado “Cuando la Mujer Mexicana quiere, puede”.

El trabajo periodístico de Esperanza se extendió a otras revistas tradicionales para mujeres, como Vanidades, Buenhogar y Cosmopolitan, lo que le costó fuertes críticas por parte de muchas feministas. “Yo lo tenía muy claro: Siempre pensé, que se debe luchar lo mismo fuera que dentro del sistema”.

En estas revistas Esperanza tuvo la oportunidad de publicar muchos temas feministas.

En 1972, Esperanza Brito y otras 23 feministas más constituyeron legalmente el Movimiento Nacional de Mujeres, que sólo tres años después, ante la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer que las Naciones Unidas realizaron en 1975 en la Ciudad de México, vivió su primer enfrentamiento ideológico con otros grupos feministas más radicales, especialmente con el Movimiento de Liberación de las Mujeres, quienes rechazaron el Año Internacional de la Mujer y la Conferencia Mundial, organizada por la ONU.

Esta publicidad sobre el desencuentro de los grupos feministas llevo al Movimiento Nacional de Mujeres a abrir el diálogo con las políticas y los políticos, para impulsar las demandas principales del movimiento feminista, como lo fue la lucha por el aborto libre y gratuito.

Cuenta Esperanza que: “en 1976, año en el cual se escribió y discutió a nivel nacional e internacional mucho sobre el tema del derecho al aborto, organizamos la Primera Jornada Nacional sobre Aborto, que concluyo, con el primer documento feminista mexicano a favor de la legalización del aborto”.

Este documento, que incluyo las demandas por establecer la educación sexual desde la primaria; la información sobre los anticonceptivos desde la secundaria; el acceso a los métodos anticonceptivos; el aborto libre y gratuito; el rechazo a la esterilización forzada; y el rechazo al aborto como sistema de control demográfico, fue presentado en noviembre de 1976 ante la Cámara de Diputados, que “lo ignoró y lo archivó” como comentaba Esperanza.

En 1978 surgió el Frente Nacional por los Derechos y la Liberación de las Mujeres, integrado por sindicatos y partidos políticos, y paralelamente otros grupos feministas como el Movimiento Nacional de Mujeres, el Colectivo La Revuelta y el Movimiento Feminista Mexicano, formaron una alianza –sin adherirse al Frente- para impulsar la lucha por los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres, incluyendo el aborto libre y gratuito, que hoy denominamos maternidad voluntaria. Adelantándose 16 años a la Conferencia del Cairo, Egipto que reconoce los derechos sexuales y reproductivos en 1994.

En esta alianza trabajan a la par del Partido Comunista que había adoptado como parte de su plataforma de campaña, las demandas de las mujeres, incluido el aborto. Sin embargo, el PC no promovió el proyecto de Ley, cuyo destino fue el olvido, el movimiento se da cuenta de la traición y utilización de sus demandas como plataforma política.

En la década de los 80, Esperanza al lado de las mujeres de la Coalición y del Frente elaboran el anteproyecto de la Ley de una Maternidad Voluntaria. Esta lucha les lleva a el primero de junio de 1998 a colocar una placa que completa la frase en el monumento a la Madre cuyo lema que data de 1941 “A la que nos amo antes de conocernos” y es completada “Por que su maternidad fue voluntaria” en 1998 a iniciativa de las feministas.

Lo que escandalizo a algunas personas de tal suerte que la placa desapareció misteriosamente, y las feministas no se amedrentaron así que mandaron hacer otra placa idéntica y citaron a los medios para que fuesen testigos de su colocación.

Para 1988 Esperanza participa en la fundación del primer Centro de Orientación y Apoyo a Personas Violadas (COAPEVI). Y en 1989 en la inauguración la primera Agencia Especializada en Delitos Sexuales en la delegación capitalina Miguel Hidalgo.

El COAPEVI sobrevivió solamente dos años y desapareció, en septiembre de 1990, lo que provoco una lucha más ardua del movimiento feminista que logra impulsar la creación del nuevo Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar y Sexual (AVISE).

Para entonces La Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, ya había fundado el Centro de Terapia de Apoyo para Víctimas de Violación, cuando Ignacio Morales Lechuga; entonces procurador de Justicia DEL Distrito Federal aceptó fundar a la par del movimiento feminista el CAVI, el Centro de Atención a la Violencia Intrafamiliar, cuya primera directora fue Bárbara Yllán.

En 1987 Esperanza es nombrada directora de la Revista Fem, que era la publicación feminista pionera de América latina la cual Esperanza dirigió en su trasformación de medio escrito a medio electrónico en 2005 a consecuencia de la crisis económica.

Entre los reconocimientos que Esperanza recibió en vida se encuentran Premio Nacional de Periodismo “Juan Ignacio Castorena y Visúa”, y la inauguración del primer Centro Integral de Apoyo a la Mujer en el Distrito Federal, que lleva su nombre en 1998.

Para Esperanza los derechos de las mujeres son fundamentales pero no dejo de lado los derechos de las niñas y los niños es así que en 1996 se convierte en presidenta de la Asociación Mexicana de la Cruz Blanca Neutral, que se dedica a la protección de la infancia, “siempre he pensado que los derechos de las niñas y los niños están íntimamente ligados a los de las mujeres, así, que no siento salirme de la línea feminista, sino por el contrario la refuerzo”.

Esperanza nace en el Distrito Federal en 1932 y muere el 16 de agosto de 2007, y nos hereda el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, a tener una maternidad voluntaria y ejercer la ciudadanía en equidad con los varones.

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